En pocas ocasiones nos permitimos llevar a cabo un ejercicio de imaginación planteándonos cómo será el mundo en que vivimos, por ejemplo, dentro de unos 30 años. Nosotros lo hicimos cuando empezamos a leer Ready Player One, la primera novela del autor Ernest Cline, de la que se está preparando una adaptación cinematográfica. Se trata de un relato distópico ambientado en 2044 donde las fuentes naturales de energía y los recursos no renovables están prácticamente agotados y han convertido la Tierra en un paisaje desolador. Al parecer, en los 30 años que nos separan de ella, esta futura civilización humana se habrá centrado en el desarrollo tecnológico en detrimento del cuidado del ecosistema natural, que habrá quedado devastado. La alternativa que queda a sus ciudadanos es clara: utilizar la realidad virtual como vía de escape a un mundo condenado a desaparecer. A través de un sistema que recibe el nombre de OASIS, los futuros pobladores de la Tierra trabajan, socializan y llevan a cabo sus actividades de ocio; pues poco pueden hacer ya mundo real.
Tras vislumbrar este panorama, empezamos a imaginar cómo será el aspecto de nuestro planeta en 2044 y dónde habrán quedado sus recursos naturales. Poco a poco vimos que aún estamos a tiempo de impedir que el planeta se convierta en esa realidad distópica de la que habla la novela y de evitar que las futuras generaciones se resignen a vivir a través de una pantalla –por muy fans de las pantallas que seamos-.
Quizá no estemos en las condiciones de cambiar el curso del mundo mediante grandes políticas medioambientales, pero sí podemos hacerlo con pequeños gestos significativos que ayuden a cuidar del planeta. Un ejemplo es educar a nuestros hijos en los valores ecológicos; como por ejemplo aplicar la máxima de las tres R’s -Reciclar, Reutilizar y Reducir el impacto ambiental- en nuestro día a día. Cuidar del ecosistema puede plantearse más como un juego que como una imposición. Podemos inculcar en los niños esta vocación a través de soluciones creativas- Algunos ejemplos podrían consistir en dar un nuevo enfoque al acto de reciclar; optar por la fabricación de juguetes y otras clases de objetos cotidianos a partir de materiales reciclados, o ponerles en contacto con la naturaleza para que tomen conciencia de la necesidad de mantener nuestros bosques verdes.
Con la intención de despertar en nuestros niños cierta sensibilización para con el medio ambiente, hemos creado el cuento interactivo de ‘Senda y El Duende Silvestre’. En esta App, juega un papel importante el valor de la ecología como medio fundamental para cuidar de nuestros bosques. Los niños tendrán el cometido de ayudar a Senda a reciclar mediante divertidos juegos para que el bosque y sus criaturas se mantengan en un perfecto estado de salud. Aprenderán y se divertirán conociendo a los animales que viven allí; ayudando a combatir al temible monstruo de la basura; o recolectando deliciosos frutos silvestres.
El consumo de recursos y la contaminación podría conducirnos al modelo de vida que relata la novela de Cline. Introducir a nuestros pequeños en la cultura del reciclaje y el uso responsable de los recursos naturales puede ser, además de un beneficio para la naturaleza, una actividad educativa y divertida.